os traigo una entrada de un blog que saca semanamente el diario vasco que se titula HEROES QUE YA NO FIRMA AUTOGRAFOS, en el dia de ayer fue JOAN GARRIGA.
El embrión de los grandes duelos contemporáneos del motociclismo español seguramente tenga su origen en la lucha que Joan Garriga y Sito Pons protagonizaron a finales de los 80’ por el título mundial de 250 Cc. Fue en 1988 cuando el rebelde e impetuoso Garriga desafió al comedido y tranquilo Pons, a la vida y a su propia suerte; para acabar superado y sepultado por su ansia y dependencia de la velocidad.
El fulgurante despegue de Joan Garriga, oportunamente apodado como ‘Boeing 747′, llegó a medidos de la década del despertar del motociclismo patrio; cuando con apenas 20 años se elevó como uno de los pilotos más polivalentes y atrevidos de la parrilla nacional. Un desborde de entrega y pasión con su Yamaha YZR; su descaro y osadía en el asfalto y fuera de él hicieron que la sencillez de este barcelonés desgarbado de cabello rizado se ganara el afecto y la admiración de un mundo que, ajeno a lo que estaba por venir, disfrutaba de sus éxitos en categoría nacional y de su inminente salto al Mundial.
‘Comecocos’ Garriga fracasó en sus posteriores aventuras en 250, 500 y Superbikes, lastrado por una derrota que nunca superó. Desesperado, buscó evadirse; y tomó la dirección equivocada. Condenado a dos años de prisión por complicidad en tráfico de drogas y tenencia ilícita de armas en 2003, según el informe del juicio Joan Garriga llegó a consumir tres gramos de cocaína diarios. “Se me hacía muy difícil vivir sin la velocidad y me sentía decepcionado de la gente que mientras triunfaba me apoyó”, confesó a los médicos que elaboraron el escrito. Acusado años atrás de quemar su negocio para cobrar el seguro; pocos recuerdan la leyenda de un piloto que hasta él mismo quiere olvidar en la montaña del Tibidabo, a las afueras de Barcelona, donde actualmente vive a sus 50 años.
El embrión de los grandes duelos contemporáneos del motociclismo español seguramente tenga su origen en la lucha que Joan Garriga y Sito Pons protagonizaron a finales de los 80’ por el título mundial de 250 Cc. Fue en 1988 cuando el rebelde e impetuoso Garriga desafió al comedido y tranquilo Pons, a la vida y a su propia suerte; para acabar superado y sepultado por su ansia y dependencia de la velocidad.
El fulgurante despegue de Joan Garriga, oportunamente apodado como ‘Boeing 747′, llegó a medidos de la década del despertar del motociclismo patrio; cuando con apenas 20 años se elevó como uno de los pilotos más polivalentes y atrevidos de la parrilla nacional. Un desborde de entrega y pasión con su Yamaha YZR; su descaro y osadía en el asfalto y fuera de él hicieron que la sencillez de este barcelonés desgarbado de cabello rizado se ganara el afecto y la admiración de un mundo que, ajeno a lo que estaba por venir, disfrutaba de sus éxitos en categoría nacional y de su inminente salto al Mundial.
Desesperado, buscó evadirse; y tomó la dirección equivocada.
Condenado a dos años de prisión por complicidad en
tráfico de drogas y tenencia ilícita de armas en 2003
Después de años de crecimiento constante, su cénit, trágico a la postre, se hallaría en 1988. Fue en esa temporada cuando mantuvo un duelo permanente con Sito Pons por el título de 250 Cc. Igualado a la par que espectacular, el empuje de Garriga se contrarrestaba con el temple de un Pons que, casi siempre un punto por encima, acabó como campeón de dicha cilindrada, empujando inconscientemente a Joan a un declive personal que desembocó en una adicción a la cocaína y en su adiós definitivo de la motos.Condenado a dos años de prisión por complicidad en
tráfico de drogas y tenencia ilícita de armas en 2003
‘Comecocos’ Garriga fracasó en sus posteriores aventuras en 250, 500 y Superbikes, lastrado por una derrota que nunca superó. Desesperado, buscó evadirse; y tomó la dirección equivocada. Condenado a dos años de prisión por complicidad en tráfico de drogas y tenencia ilícita de armas en 2003, según el informe del juicio Joan Garriga llegó a consumir tres gramos de cocaína diarios. “Se me hacía muy difícil vivir sin la velocidad y me sentía decepcionado de la gente que mientras triunfaba me apoyó”, confesó a los médicos que elaboraron el escrito. Acusado años atrás de quemar su negocio para cobrar el seguro; pocos recuerdan la leyenda de un piloto que hasta él mismo quiere olvidar en la montaña del Tibidabo, a las afueras de Barcelona, donde actualmente vive a sus 50 años.